La semana pasada leíamos que un falso representante de Gas Natural firmaba un acuerdo con el gobierno de Ucrania por valor de 850 millones de Euros para construir una planta de GLP en el mar negro.
El personaje es un catalán afincado en Ucrania que, beneficiándose de la falta de rigor de sus políticos, sumado a las prisas de los Ucranianos por superar la dependencia energética de Rusia, ha conseguido que todo el mundo se preguntara cómo era posible que se pudiera dar una estafa de este calibre.
La verdad es que pensándolo bien, no me extraña nada que esto pudiera pasar. Ucrania es un país políticamente inestable ( recientemente lo hemos vuelto a ver, con unos resultados electorales en tela de juicio, con una jefa de la oposición injustamente encarcelada para «sacarla de enmedio»).
Y digo que no me extraña porque estuve viviendo en Kiev , capital de Ucrania, durante casi dos años.
Nos fuimos para allá un compañero y yo con un contrato de dos años para coordinar un poco los proyectos de Arquitectura y el planteamiento de las Obras.
Nos fuimos para allá un compañero y yo con un contrato de dos años para coordinar un poco los proyectos de Arquitectura y el planteamiento de las Obras.
Por motivos del estallido de la burbuja inmobiliaria y la subsiguiente crisis en el sector, no llegamos a acabar el contrato: nos «trajeron» de vuelta.
Lo cierto es que a la crisis se sumaron varios factores:
- Choque frontal entre las premisas del «know how» que se quería exportar y la realidad del lugar ( y aquí un poco de autocrítica), difícil conciliación de la mentalidad mediterránea en el tratamiento de los espacios exteriores y la relación interior-exterior: en un país en que gran parte del año nieva y los termómetros no suben de 0º.
- Diferencias entre las atribuciones de la profesión en los diferentes países: en Ucrania -como creo que pasa también en el resto de Europa- el Arquitecto tiene un perfil más cercano al de diseñador de edificios, recayendo la labor de la definición del proyecto de ejecución sobre una figura -incipiente aquí- la del ingeniero de la construcción.
- Choque cultural: la manera de enfocar la entrega del «producto acabado», ya que en Ucrania, un país cuyos ciudadanos han vivido durante años en bloques racionalistas construidos durante el comunismo, lo último que hoy desean es habitar una vivienda igual a la de su vecino. Las viviendas se entregan sin acabar, entre otras muchas diferencias.
- Como antes decía, la sociedad disfruta de una aún muy joven democracia y eso lo veíamos cada día: comisiones, sobornos a la policía, tratos de favor por proximidad al poder… Como aquí hace muchos años ( aunque últimamente parece que estamos retrocediendo a ese pasado…)
Lo cierto es que es una sociedad de muchos contrastes, con una división muy fuerte entre las generaciones más antiguas que no conocieron otra cosa que el comunismo, y que aún opinan que se vivía mejor durante éste: son personas que nunca pudieron buscarse la vida por sí mismos y están acostumbrados a aquella vida y los jóvenes que ya han crecido fuera del comunismo.
Con la irrupción del Capitalismo, los más jóvenes lo adoptaron rápidamente y lo que se ve en Kiev es la constatación de cómo puede ser de dañino en manos de los neófitos en esto de «ser propietario». Las mafias de blanqueo de capitales se enriquecieron de la extorsión y han invadido el litoral español comprando inmuebles de lujo con dinero proviniente de sus negocios turbios.
El centro de Kiev es un continuo escaparate de lujo, un monumento al dinero fácil, con un cierto aire de superficialidad que nos recuerda lo peor del capitalismo . En mi vida había visto más Hummers por metro cuadrado.
Sin embargo, en el extraradio, la pobreza se ceba en los más mayores, que se concentran alrededor de las zonas comerciales y se puede ver gente vendiendo restos de cualquier cosa que hubieran encontrado, en plena calle, a 15 o 20 grados bajo cero.
Por otro lado, también hay una juventud muy preparada, con una facilildad pasmosa para los idiomas, y con muchas ganas de abrirse camino. El nivel de Inglés entre los jóvenes es muy alto; creo que siempre han visto la necesidad de expresarse en otras lenguas, a diferencia de nosotros, que nos creímos que no lo íbamos a necesitar nunca.
Kiev, la capital, es una ciudad de amplias avenidas y edificios monumentales, ya que durante el Imperio Ruso fue una de las tres ciudades más importantes y el principal centro comercial de la Europa del Este.
En cuanto al coste de la vida, queda reflejada una vez más la dispersión de que hablaba. Se puede alquilar un apartamento por seiscientos u ochocientos Euros mensuales o por 3000, en el centro de Kiev. Se puede comer por 3 Euros o bien por 120 en alguno de los innumerables y absolutamente sobredecorados restaurantes que salpican la ciudad.
La gente joven en general tiene unos sueldos muy bajos ( hablo de 250-300 Euros mensuales) con contratos precarios o bien son los que regentan los negocios en la ciudad y ganan mucho dinero.
Sin duda otra de las dificultades que hubo que salvar era el frío. Acostumbrados al suave clima mediterráneo, la idea de estar todo el día a menos de 10 grados bajo cero te afecta profundamente. Por eso la ciudad está absolutamente excavada y hay mucha más vida en los pasillos subterráneos del metro que en el exterior… y, también por eso, el alcoholismo es un problema gravísimo incluso entre las generaciones más jóvenes, e incluso en el trabajo. Los había que iban a trabajar con la petaca llena de vodka.
Otra cosa que nos llamó poderosamente la atención es la facilidad con la que despedían a los trabajadores. La actual reforma laboral aún nos deja en clarísima ventaja comparado con la absoluta precariedad laboral de los Ucranianos: una vez llegamos a presenciar la simulación de un robo en las oficinas de nuestros socios para justificar que una recepcionista no hacía bien su trabajo y poderla despedir. Por supuesto sin indemnización, ni preaviso, ni nada de nada.
En fin, dejo unas fotos que hice durante mi estancia allí, aunque no hice muchas con cámara digital, ya que en una feria descubrí la versión Rusa de la Nikon FM y, llevado por la nostalgia, la compré y me dediqué a disparan a la antigua usanza.. a lo mejor un dia me dedico a escanear las fotos y amplío la galería.
De momento, veréis algunos de los innumerables episodios curiosos que vivimos allí, como la bendición de un vehículo por parte de un sacerdote ortodoxo.
Más adelante colgaré fotos de obras y hablaré un poco de las diferencias entre la manera de construir aquí y allá. Pero eso será en un siguiente post…
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